Pues no sería después del día de los Difuntos? si por esas fechas. Me levanto yo una mañana, me hecho mi leche con gofio y un cacho queso, pego a recoger la casa y dejé pa lo último las helechas. Mi hija Pino Mari, me dijo: mamá mañana vengo yo y las regó, pa que no te tengas que subir a las escaleras. Y yo que soy una morrúa y me gusta hacer las cosas por mi misma, porque mientras yo no esté invalida me gusta menearme.
Pues na aquella mañana pongo la escalera en el patio de luz, cojo los baldes de agua y un calentador chico que tengo yo pa regar. Pego a regarlas y con tan mala suerte se me cayo un pisco de agua en el piso y no me di ni cuenta. Nada termino de regar una y me bajo, y na mas pone la pata en el piso, patiné y caí como un saco de papas. Me maté todita mis hijas. Un dolor en la cadera. Gracias a Dios que entraba mi nieto uno de los grandes y oyo la caída y me auxilio.
Allí estaba tirada en el suelo que ni poder moverme podía del dolor y mi nieto el pobre, me levantó y me sentó. Llamo a mi hijo Paco y tiramos pal Insular.
Llegamos a urgencia y el enfermero me preguntó : ¿Cómo se cayó? y digole yo: pues y ni se cristiano, yo estaba regando las helechos me bajé de las escalera y tendría que haber agua en el piso, resbale y de boca me fui pa adelante. ¿y donde le duele?, digole yo: pues la cadera, parece que tengo un perro pegado del dolor. Me hicieron unas radiografías, me pincharon un calmante pal dolor y allí estuve hasta que llegará el medico. Cuando llegó el medico, era alto y bien parecido tendría unos 40 mas o menos, me dijo que tendrían que operarme. Me subieron a planta y allí me estuvieron preparando pa operarme al día siguiente por la mañana. Mis hijas desaladas, me decían pero mamá mira que eres bruta, te hemos dicho mil veces que ya no tienes edad pa regar las helechos, habrá que quitarlos de una vez, y digole yo, ay mis hijas no me hagan eso que me dejan el patio de luz sin vida, eso a mi me da vida verlas allí y el canario en la pared, como lo he tenido yo siempre. Pues na me operaron y estuve unos cuantos días ingresada. La comida no había forma de tragarse eso, mis hijas me traían la comida, porque si es por la comida del hospital me muero de hambre. Sosa que ni con sal cogia gusto, lo único que servía era la leche y el gofio de lo demás poca cosa. Bueno si el yogur, las galletas y la fruta. Las galletas que rica son, las de Bandama de toda la vida, biscochaditas, no son como los galletones de antes pero bueno. Chiquillas, yo con lo echada pa adelante que soy, me asusté un poco, pero con la ayuda del divino Dios y la Virgen todo sale.
Cuando me dieron el alta, tuve que ir a rehabilitación y aprender como si fuera otra vez a caminar, yo me desesperaba porque no podía hacer nada por mi misma dependía de mis hijas pa todo. Gracias que quité la tina y puse un plato de ducha, ponían una silla de plástico y allí me bañaban. Ay bendito sea Cristo, no me quiero ni acordar. Estar invalido es lo ultimo, con lo liviana que soy yo, que no paro quieta, todo el día de la cama al sofá. Pues no me vi un viaje de novelas y así pasaba las horas y cosiendo. Ay gracias a mis hijitos que me ayudaban y mis nietitos que se quedaban conmigo y me ayudaban, ellos eran mis manos y piernas hasta que pude caminar y coger tino. Mis hermanas me decían: pues y no estas como tía Maria de Gracia cuando se cayó en el campo dandole de comer a las gallinas y trompico. Ellas se reían no de mi sino de lo gracioso y de verme tan quieta.
Mis hijas no me quitaron las helechos pero ya quieren que las riegue yo sino ellas o mis nietas, yo en el patio de luz solo puedo regar los matos que estan a ras de suelo y echarle de comer al canario.
Una cosa les digo mis hijas, vayan con calma y cojan las cosas con paciencia, que yo por querer hacer todo sola, miren lo que me pasó déjense ayudar y no sean brutas como yo. Pero gracias al Cristo de Telde, que le ofrecí y fui a verlo si salía de esta bien, estoy ya como nueva y estoy corre pa aquí y corre pa allá, aquí hay Fefa pa rato.
Que les digo chiquillas, salud y suerte.
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